lunes, 17 de septiembre de 2012

Locura catalana, fuga española y referéndums - Republica.com (blog)

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Los sindicatos piden un referéndum sobre las reformas sociales del Gobierno, los nacionalistas catalanes piden otro referéndum para su independencia, los nacionalistas vascos están en la cola de las peticiones de grandes consultas, y el Ejecutivo de Rajoy está escondido debajo de la mesa del Consejo de Ministros mientras gobierna este país, de ciudadanos perplejos y asustados, por la vía del decreto y sin pactar. De todas maneras y de entre todo ello conviene insistir, por su trascendencia, en la sorprendente petición de independencia, no ya tanto por los manifestantes de la Diada, como la formulada por Artur Mas desde la presidencia de la Generalitat.

Cataluña solo tenía una camino razonable para avanzar hacia su proyecto de nación, y ese no era otro que favorecer la Unión Federal Europea desde el interior de la UE y desde dentro de España para, desde el interior de los Tratados europeos, presentarse con otras de las pretendidas “naciones sin Estado” de la Unión Europea (Padania, Gales, Escocia,etc) para conseguir un nuevo “status” diferencial. Pero, antes incluso de alcanzar el cruce de caminos, el Gobierno catalán se ha disparatado y aboga por: la ruptura con España (violentando el marco constitucional); la salida de Cataluña de la UE y del euro (llevando su país a la ruina); y rompiendo la convivencia de los ciudadanos catalanes entre los independentistas y los españolistas que no lo son.

Eso sí, el presidente Artur Mas, su Gobierno y su coalición CiU, se han quitado la careta de una vez por todas y han enseñado su verdadero y temerario rostro rupturista, del que difícilmente se pueden volver a atrás y ni siquiera para aplazar ahora su objetivo estatal, lo que los mantendrá un largo tiempo en un callejón sin salida que ellos mismos se han buscado.

En suma un disparate, por temerario y plagado de falsedades, el del pretendido clamor de la Diada por la independencia de Cataluña, que fue promovido desde la Generalitat por Artur Mas, y cuyo inmenso error solo es comprable a la falta de una respuesta democrática e institucional por parte del Gobierno de Mariano Rajoy y del primer partido de la Oposición que lidera Alfredo Pérez Rubalcaba. Ambos, perplejos y enfrentados entre si, ante la crisis económica de España, tapando la corrupción ambiental del Estado, y desconcertados por el desafío catalán que pretende ocupar, en su territorio, el vacío de cohesión e identidad nacional española abandonado en estos últimos ¡20 años! por el PSOE y el PP. Los que dejaron crecer y callaron ante las grandes mentiras históricas y contemporáneas (como el falso desequilibrio del déficit fiscal catalán) de los nacionalistas y de su permanente y desvergonzada violación de la legalidad, haciendo la vista gorda a cambio de un puñado de votos de PNV y CiU para las investiduras de González, Aznar o Zapatero en Madrid. Un plato de lentejas podridas por el que estos personajes y sus partidos – y como pasó con Maragall y Montilla en Cataluña con ERC- vendieron su alma española al nacionalismo independentista vasco y catalán.

El Gobierno acobardado de Rajoy, permanentemente escondido ante “el lío” –ese sí- de la crisis económica desde que llegó al poder, declara que hay que “enfriar” el clamor de la Diada. El que Rajoy había calentado al calificarla de “algarabía” con esa miopía que le caracteriza y le impide ver la realidad que luego, cuando se da de bruces con ella, utiliza de escudo para justificar sus errores y el incumplimiento de sus promesas electorales. Y claro, si Rajoy y Rubalcaba no saben bien lo que es España, ni la defienden de las agresiones, ni la ponen en valor. Y si el Rey de España, “Joan Carles I”, envía al Jefe de su Casa a hacerle “la ola” a Artur Mas en Madrid –otro asunto ocultado por TVE- a donde vino a hacer chistes matrimoniales y a mofarse de los españoles tras declarar en Cataluña su independencia inconstitucional. Si todo esto es así, entonces veremos que el llamado problema catalán es, también, un problema español anclado en la desidia e indignidad de gobernantes y dirigentes que durante mucho tiempo dejaron en el desván y oculta la deteriorada nación española, tan “discutida y discutible” según el inefable y catastrófico Zapatero.

A Artur Mas, un político provinciano, al que ya habían engañado Maragall, Montilla y Zapatero, ahora lo ha envenenado Pujol, y se ha encerrado en su propia trampa sin una hoja de ruta política y económica a su alcance. Motivo suficiente para evitar pedirle a Mas que no rectifique o que aplace su plan independentista. Sino mas bien al contrario hay que exigirle que llegue hasta el final y cuanto antes –siguiendo el modelo de Juan José Ibarretxe- porque el tiempo apremia. Sobre todo porque, como le ocurrió a Santo Tomás, los independentistas catalanes y su burguesía y alta clase empresarial y financiera, no entenderán el alcance de la ruptura con España, el euro y la UE hasta que no vean el desastre ante sus ojos y lo toquen con sus propias manos.

Y entonces descubrirán el trasfondo de la gran mentira de que Cataluña sufre un enorme déficit fiscal con el Estado (de unos 16.000 millones de euros), porque no incluyen en la cuenta: la balanza comercial (las ventas de productos catalanes en toda España); ni la balanza de los servicios (como el turismo del resto de España, o negocios de banca y empresas de energía catalana en todo el territorio español); ni la apropiación “indebida” del IVA que entidades catalanas recaudan en otros territorios y se llevan a sus sedes catalanas; ni las inversiones en las infraestructuras del Estado en Cataluña, o la cuota parte de seguros sociales.

Pero la verdad oficial catalana está muy lejos de la verdad y de eso se aprovecha Mas –como de la crisis económica- para culpar a España del despilfarro de su país y para presentarse como el Moisés que llevará su pueblo a la tierra prometida, en plena “aldea” tecnológica global y en medio del crucial proceso de integración económica, fiscal, monetaria y política de la Unión Europea que ellos pretenden abandonar. Y, vista la precipitación de su radical anuncio independentista, algún anticipo de las plagas que se les vendrán encima antes de la égida lo van a recibir en Cataluña en especies, como la fuga de inversores, empresas y consumidores de productos catalanes en toda España y parte de Europa. Y también dentro de Cataluña, donde millones de ciudadanos han quedado desamparados y convertidos en rehenes de la traición de Mas a su compromiso electoral.

La cuenta verdadera es que Cataluña vive a cuenta de España tal y como lo comprobarán cuando inicien la independencia y salgan de la UE y del euro, para que todas sus ventas al exterior paguen los aranceles europeos como será obligatorio, tras devaluar la que su nueva moneda (“la pela”) en un 50 %. Y no será la cuestión de la economía -aunque es lo que más duele a los catalanes- lo más importante que van a perder. Sino su verdadera Historia y el estar en una gran nación con proyección internacional, con una lengua y una cultura universal con su larga tradición europea y americana en la que España y no Cataluña -oriunda de Aragón- es una pieza irremplazable de la Historia de Europa, y América, amén de su relación histórica, familiar y de amistad con las gentes y pueblos de España de donde han partido hacia Cataluña, como emigrantes, gran parte de la población catalana, que hasta en todo eso están Cataluña en deuda con España, sin olvidar las deudas de sus cuentas públicas que ascienden a unos 44.000 millones de euros, algunos de ellos gastados en corrupción.

No le estamos pidiendo a CiU que rectifiquen y se queden sino que sigan con su cantinela y sin dar un paso atrás. Y a ver cómo rompen la muralla constitucional y cómo se van por las malas y fuera de la ley del euro y de la Unión Europea para luego intentar volver. Queremos ver cómo Mas y CiU avanzan con paso firme en pos de la independencia y por encima de la legalidad. La que, por otra parte, los sindicatos han querido romper con su petición de referéndum sobre los ajustes del Gobierno negando -como ya lo hizo Alfonso Guerra en Rodiezmo- la legitimidad de la mayoría que apoya al Gobierno de Rajoy tras las elecciones generales del 20-N de 2011.

Sin duda otro disparate amparado con palabras que hablan de pérdida de apoyo social del Gobierno lo que, curiosamente, les lleva a los sindicatos y a la izquierda política a coincidir con el mensaje del nacionalismo catalán de que, para España, lo mejor es salir del euro y regresar a la peseta, lo que sería nuestro absoluto final. Porque para permanecer en el euro tenemos que cumplir unos compromisos europeos de ajuste del déficit, y eso solo se puede hacer con impuestos y recortes de todos los gastos del Estado, incluido el social. Salvo que el PSOE, IU y sindicatos acepten el recorte del demencial gasto político español, pero esa mamandurria -de la que viven todos sus gerifaltes- no la quieren tocar. Ni ellos ni el PP, que además anda escondido mientras todo el país está en la calle de donde difícilmente, a partir de ahora, saldrá.

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