lunes, 17 de septiembre de 2012

Locura global con José Tomás, que cortó 11 orejas y un rabo e ... - Diariocrítico.com

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Jos? Tom?s sali? el domingo a hombros del anfiteatro de N?mes, en el sur de Francia, en medio del delirio de la afici?n despu?s de haber cortado en esta pen?ltima corrida de feria once orejas y un rabo, y de haber indultado al cuarto, de Parlad?, un toro m?s noble que bravo de nombre "Ingrato".Con un lleno de "no hay billetes" con la reventa por las nubes, el torero espa?ol lidi? en corrida matutina seis toros de seis ganader?as distintas.

De Victoriano del R?o, gordo y bien hecho, noble, pero de recorrido algo corto; de Jandilla, encastado, algo complicado pero agradecido; de El Pilar, alto, largo, encastado y noble por el derecho; de Parlad?, bonito, muy doble, indultado a pesar de no haberlo visto en el caballo, donde fue al relance y sin ponerlo en suerte; de Garcigrande, bajo de casta; y de Toros de Cort?s, descastado y parado.

Jos? Tom?s, de pizarra y oro, cosech?, sucesivamente, dos orejas; dos orejas; dos orejas; dos orejas y rabo simb?licos en el de indulto; dos orejas, y una oreja. Sali? a hombros por la Puerta de los C?nsules en medio de un delirio indescriptible. En casi todos los toros dejo quites variados y marcados del sello de su aguante.

Si hay que ponerle un pero a este festejo ya calificado de hist?rico, ser? que, de los seis muy bonitos toros, los tres ?ltimos carecieron algo de trap?o, y que ninguno se pudo lucir en varas.

Seg?n Arist?teles, la catarsis es la facultad de la tragedia de redimir al espectador de sus propias bajas pasiones al verlas proyectadas en los personajes de la obra, y al permitirle ver el castigo merecido e inevitable de ?stas; pero sin experimentar dicho castigo ?l mismo.

Y de esto se trat? durante la matinal de N?mes gracias a un Jos? Tom?s m?s solemne y ?tico que nunca, gracias al cual el p?blico pudo comprobar la diferencia que existe entre el toreo puro y el que lo es menos, a pesar de haberse puesto de moda.

En la historia del anfiteatro de N?mes, que es a la tauromaquia lo que la Fenice o la Scala al arte l?rico, habr? pues un antes y un despu?s de la encerrona de Jos? Tom?s, no solo por la estad?stica -once orejas y un rabo simb?lico con indulto incluido en seis toros-, que, por si sola dice mucho, sino sobre todo por la manera de conseguir cada uno de estos trofeos.

Hubo triunfalismo, por supuesto, y la cosa empez? con una ola digna de la final del Mundial, antes incluso de que empezara el pase?llo. Pero este triunfalismo fue lo de menos en una matinal en la que prevaleci? el toreo cl?sico, hondo y ligado, que tanto se a?ora a lo largo de muchas tardes, donde el toreo posmoderno se ha convertido en una noria sin fin durante la cual desaparecen las reglas m?s cl?sicas del toreo.

Lo que hizo Jos? Tom?s en N?mes fue, al contrario, ense?ar otra vez la verdad del toreo a base de muletazos que ten?an un principio y un final, eso s?, ligados en los terrenos adecuados, sin abusar del toro recortando en demas?a las distancias.

El toreo de siempre, con mucha naturalidad, y el valor a prueba de bomba que se le conoce desde siempre y que no han mermado las horribles cornadas que ha padecido a lo largo de su carrera.

Como bien dijo alguien: ah? est? la Puerta de Alcal?, y el que quiera que la edifique.

De los seis toros escogidos con mimo para la efem?ride, decepcionaron el de Toros de Cort?s, lidiado en ?ltimo lugar, y el de Garcigrande, en quinto: el primero de ellos, por rajado, y el otro, por falta de raza y movilidad.

No le import? mucho a Jos? Tom?s, que en ambos casos demostr? su gran capacidad actual, estando muy por encima de ambos, cortando adem?s las dos orejas del quinto, al que mat?, como toda la ma?ana, de un espadazo fulminante.

Por supuesto, esto de matar pronto de forma ortodoxa, sin usar algunas de las trampillas al uso desde hace unos a?os, influy? en el resultado num?rico de la matinal. Pero lo m?s importante fue lo otro: un toreo solemne que ya no se ve en los ruedos, un empaque majestuoso basado en mucha verticalidad y aguante, y, sobre todo, una capacidad tremenda para templar con mucha verdad.

La gran virtud de la catarsis aristot?lica -y en este caso de la tomista- es que, cuando se produce de verdad, hunde a los espectadores en una experiencia ?nica, de la cual, tras haber sentido la compasi?n y el miedo sin tener que jugarse la vida puesto que otro con el que se identifican lo hace por ellos, experimentan la purificaci?n del alma de esas pasiones.

Eso es lo que pas? en N?mes, donde 14.000 almas salieron de la plaza so?ando con el toreo de verdad, y echando de menos probablemente que esto no se repita treinta veces al a?o y en cosos de mayor relieve: Sevilla, Madrid, Bilbao...

Si tal fuera el caso, la Fiesta se desempolvar?a probablemente de muchas de las imperfecciones que poco a poco se van considerando como norma.

Pero ah? queda Jos? Tom?s, y, si no se prodiga, que por lo menos sus compa?eros se vayan inspirando, bebiendo como ?l de la fuente cl?sica del toreo y de su ?tica.

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